Los Giros de la Verdad

Por Daniel Barbagelatta

Platón comienza con un giro de 180 grados y Heidegger quiere girar otros 180. Quiere estar antes del comienzo de la transformación, la distorsión de la esencia de la verdad. Los textos de Hitos, para una comprensión “cronológica” (no de la obra, sino de la historia del pensar) deberían leerse en forma invertida: primero el texto sobre lo no dicho en Platón, luego el texto sobre la esencia de la verdad, que quiere ser un cambio de énfasis hacia una indagación sobre la verdad de la esencia, la ubicua pregunta por el Ser.


En la doctrina platónica de la verdad, Heidegger comienza señalando un criterio fundamental para su labor hermenéutica (en este caso sobre Platón, pero también aplicable a otros textos analizados a partir de esta época): la doctrina de un pensador es lo no dicho en su decir. Por este principio, la tarea del hermeneuta es en cierto modo un desvelamiento, un corrimiento del velo de lo dicho para iluminar lo no dicho, lo verdaderamente pregnante de la historia del pensamiento; en fin, su tarea es un desocultamiento.

En el caso de Platón, esta verdad latente en el símil de la caverna no es nada menos que un giro en la determinación de la esencia de la verdad.

Su interpretación repara y enfatiza en una serie de cuestiones que no son las tradicionalmente consideradas centrales del texto; ellas trazan el camino de la exegesis que culmina en la conclusión mencionada, recurrente y cada vez novedosa, sobre la verdad:

El primer énfasis esta puesto en las transiciones. Tanto al salir de la caverna como al retornar a ella con el objetivo de liberar a sus congeneres, el hombre debe adaptar, reconfigurar su capacidad de visión para el nuevo nivel de realidad; acostumbrar la mirada de las sombras y oscuridad de la caverna a la deslumbrante luminosidad del exterior, y la adaptación inversa a su regreso.

La adaptación ascendente, la de una tendencia creciente a la verdad, el acomodamiento a la luz es lo que los griegos llaman paideia, y que Heidegger asocia, aunque con residuo, al termino alemán bildung, de larga tradición en la historia de la filosofía. Esa es, según él, la centralidad de lo dicho por Platón. En la voluntad interpretativa de Heidegger, ese núcleo esta desplazado.

Desplazado a partir del reconocimiento del desplazamiento que comienza en Platón sobre la esencia de la verdad. Concretamente, si no hubiera comenzado con el una transformación de la verdad desde la concepción griega originaria, basada en el desocultamiento, no podría concebirse a partir de una acomodación de la mirada, de una correcta paideia

Otro mojón esta puesto en la idea de todas las ideas, en lo tradicionalmente interpretado como idea de bien. Representado en el símil de la caverna por el sol, el que todo lo verdadero ilumina, es en definitiva “lo útil”, lo que hace que las ideas se manifiesten en lo que son, en su aspecto; siendo concebido como causa originaria, lo divino, es lo que dota al pensamiento de la totalidad de lo ente de su carácter onto teológico

Volviendo a lo esencial del giro, el desplazamiento es, entonces, un traslado de la pregunta por lo no oculto del ente en su totalidad hacia la manifestación del aspecto de la idea.

            “A partir de ahora la esencia de la verdad ya no se despliega como esencia del desocultamiento a partir de una plenitud esencial, sino que se traslada a la esencia de la idea. La esencia de la verdad desecha el rasgo fundamental del descultamiento”

A la vez, implica una mudanza de la verdad desde el desocultamiento de lo ente hacia la corrección del mirar, hacia una mirada que haya sido lo suficientemente “formada” para apreciar la verdad

El giro se consuma: la idea deja de estar supeditada a lo más originario, el desocultamiento, para uncirse éste bajo el yugo de aquella. “en cuanto descultamiento, la verdad ya no es el rasgo fundamental del ser, sino que a partir del momento en que se ha tornado corrección, es ya el rasgo distintivo del conocimiento de lo ente.

Es a partir de este giro que luego Aristóteles podrá decir “lo falso y lo verdadero no están en las cosas mismas sino en el entendimiento”

Verdad es la corrección del mirar. Desde ese momento el pensar sobre el ser se convierte en filosofía, en un elevar la mirada hacia las ideas, un elevar que hace que ese pensamiento sea meta física, que este por encima de la física, de los entes. La filosofía es, entonces, desde este origen, metafísica.

Pero, como señalamos, las ideas son, se manifiestan gracias a la idea suprema, el sol en el símil de la caverna, la causa primera que permite que las ideas sean. De allí que la mirada tenga que seguir elevándose, que el “meta” apunte mas alto hacia esta idea primordial. En este afán, el mirar, el preguntarse por la idea originaria hace que la metafísica sea también y mas originariamente, teología.

Paralelamente, en esta metafísica teológica,  el concebir al hombre como ente entre los entes (visible en el concepto de animal racional), no el supremo, es el origen del pensar antropológico, es decir, del humanismo. Se dan vueltas y vueltas metafísicamente alrededor del “hombre”. El nacimiento de la metafísica es el nacimiento del humanismo.

En oposición a esta concepción, Heidegger postula, tal como supuestamente concebía el mundo griego antiguo, que la verdad, en definitiva NO DEPENDE DEL HOMBRE. Los intentos de fundar la esencia de la verdad sobre la razón, el espíritu, el pensamiento, etc., son consecuencias de este giro y manifestaciones evidentes del humanismo que ha originado.

Comparemos esta concepción con las ideas de Ser y Tiempo para apreciar el giro:

“el ente solo queda descubierto cuando y patentizado mientras el dasein es”; “toda verdad es relativa al Dasein”; “solo porque el dasein esta constituido por la aperturidad, es decir, por el comprender, eso que llamamos el ser puede llegar a ser comprendido”



El “animal racional” puede verse como una cima de este humanismo: el hombre es un ente entre otros (animales, seres vivos) que posee el correcto mirar, el mirar la verdad concebida (distorsionadamente) como idea, como lo meta de lo ente; el ente que trasciende, y en cuya trascendencia esta implícita una concepción de la verdad.

Demás esta decir que este giro en la esencia de la verdad es a la vez un giro en el preguntar y en el camino de la obra de Heidegger, sin implicar esto ningún tipo de ruptura.

El punto de vista de Ser y Tiempo ha girado: pensar el ser del dasein como cuidado es una forma de paideia, de formación. Con esto, el autor seria tributario de la tradición de pensamiento que pretende deconstruir, estaría ya preso en las redes de la verdad concebida como correcto mirar.

El viraje esta claro: el dasein humano era concebido hasta ser y tiempo como el ente entre los entes que tenia el correcto mirar, la pregunta y el acceso al ser; era él quien desocultaba al ente mediante su comprender preconceptual; él era el claro en el ser, el que iluminaba. Ya no.





Comenzando con la ya acostumbrada deconstrucción de la idea de verdad a partir de la adecquatio, Heidegger señala esta vez que esa interpretación, por la doble correspondencia que implica (a la mente humana y a Dios como garantía del universo), es una visión tanto teológica como teleológica.

Al enunciado precede la representación de su contenido, la que, a su vez, se funda en un comportarse del hombre en lo abierto, que, a su vez, tiene su fundamento en la libertad.

Libertad que permite que el ente sea lo que, que deja ser al ente, manifestarse; que es un meterse en lo abierto y en su apertura, en su aquí. Gracias a este meterse en el desencubrimiento de lo ente, el hombre ex siste. Y aquí empieza lo bueno.

Esta ex istencia es la ex posición en el desocultamiento de lo ente como tal.

            “la ex istencia del hombre histórico comienza en ese instante en el que el primer pensador se pone al servicio del desocultamiento de lo ente PREGUNTANDO QUÉ SEA LO ENTE”. En esta pregunta es en donde por primera vez se experimenta el desocultamiento. “

Primer viraje: en los texto hasta ser y tiempo, la hisotiricidad del hombre estaba concebida a partir de su facticidad fenomenológica; aquí ele eje es otro: la historia es la historia de la pregunta por el ser. Vinculado con esto, hay un desplazamiento de la verdad inmediata preconceptual de la apertura originaria del ente en su obrar (recordar el concepto de significatividad), hacia una verdad de lo ente en su totalidad y la diferencia de este ser con el ente.

            “la historia solo comienza cuando lo ente es elevado y preservado expresamente en su desocultamiento y cuando esa preservación es concebida desde la perspectiva de la pregunta por lo ente como tal. La pregunta por lo ente como tal y el inicio de la historia occidental son lo mismo.”

Libertada del ex istente es precisamente la que concede a la humanidad esa relación con lo ente en su totalidad, que funda la historia; el hombre es libre para y por el Ser y solo en su vinculo con el Ser es el hombre histórico.

            “decir que el hombre ex iste significa que la historia de las posibilidades esenciales de una humanidad histórica está preservada para él en el desencubrimiento de lo ente en su totalidad. Es a partir del modo como se presenta la esencia originaria de la verdad de donde surgen las decisiones simples y singulares de la historia”

Retomando: la esencia de la verdad es la libertad, esa posibilidad de estar en lo abierto que vincula al hombre con la totalidad de lo ente (no este o aquel ente en particular ni la suma de los entes). Este es horizonte que modo de conocer científico hacer perder, al disgregar lo ente, al espantar ese fantasma de lo inefable. Se ve aquí esa regla que ya se podía leer en Ser y Tiempo: al acercar onticamente a los entes, al hacer al hombre familiar con su trato y conocimiento, aleja trágicamente el horizonte ontologico; lo mas cercano onticamente es lo mas lejano ontologicamente.

Eso inefable que la ciencia aleja y que el comportarse en libertad que funda la esencia de la verdad lo llama Heidegger redondamente “el misterio”. Desde la propia etimología de la palabra a-letheia se puede apreciar que el ocultamiento, o mejor dicho, el no desocultamiento, tiene un carácter más originario que todo estar en lo abierto, que todo comportamiento que deja comparecer al ente. Este carácter oculto inicial es lo que funda el misterio, la autentica No-Verdad originaria, más aun que la propia verdad. Ese misterio es el que penetra y domina todo el ser aquí del hombre; ese ser aquí en lo abierto, esa libertad que deja ser al ente, que permite que venga a presencia, que brote desde lo oculto, esa ex istencia del hombre por ello mismo preserva “el primer y mas vasto no-descultamiento, la autentica no-verdad”, el misterio, el horizonte de lo ente en su totalidad; el Ser.

Por ello, la no esencia es la esencia que ya es antes de presentarse, antes de comparecer; es aun antes de toda apertura, de todo des ocultamiento; es originariamente en el misterio de lo oculto. De ahí que esta no-verdad sea co originaria y esencial para la verdad; “el no de la no-verdad remite al ámbito todavía no experimentado de la verdad del ser”, remite a ese ocultamiento del que brota la venida a presencia del ente en su totalidad.

Esta relación con lo oculto, a su vez, se olvida; se olvida la primacía del misterio; el sedentarismo, lo “burgués” que se instala en lo habitual impide toda referencia a ese misterio originario, fundador co originario de toda verdad. Olvida lo ente en su totalidad al construir su mundo con entes y planes sobre ellos; mediante este olvido la humanidad se aferra a su aseguramiento y es por eso que no solo ex iste sino que también insiste, “persiste en aquello que le ofrece el ente, que esta abierto casi como de suyo y en si mismo”; aquí el misterio persiste, pero en cuento esencia olvidada. Aquí es cuando el hombre comienza a errar; errar en ambos sentidos: no solo equivocarse sino mas originalmente perderse en lo ente, dar vueltas en torno a él desorientado y desarraigado; es este vagabundear el que funda todo tipo de error.

Pero, así como desde el previo estado de caído al que se refiere Ser y Tiempo el Dasein puede “recuperarse” a través de su resolución, también aquí el hombre puede resolverse a asumir su esencia inicial; desde ese errar se abre el misterio y revela la “imbricación entre la esencia de la verdad y la verdad de la esencia. Producto de esa reasunción de su origen en el misterio, de su carácter de libre por su vinculación con lo ente en su totalidad es justamente el preguntar originario, ese preguntar que es el origen y la historia de occidente: la pregunta por el ser de lo ente.

            “en el pensar del ser, la liberación del hombre para la existencia, que fundamenta la historia, toma la palabra, una palabra que es articulación bien guardada de la verdad de lo ente en su totalidad”

Esta resolución remite a estar y permanecer en lo abierto, en asumir la libertad insondable fundada sobre la no verdad originaria del misterio, de esa referencia al horizonte del ser.

Con todo esto, Heidegger pretende algo no muy modesto: cuestionar y repensar los limites del concepto de esencia manejado en la historia de la filosofía; mostrar “como la esencia de la verdad no es la vacía generalidad de una universalidad abstracta sino eso único que se oculta y encubre en la historia del desencubrimiento del ser”

La forma en que la filosofía ha pensado la verdad fue siempre un preguntarse por su esencia; ocurre que esencia ha sido tácitamente concebida como una generalidad abstracta y vacía, a la vez que se pretendía con ella pensar el ser, desviando así el cambio de la verdad. Esencia se concebía como un predicado de la verdad; esta, como tantas otras cosas e ideas, tenía una esencia por la que había que preguntarse para desentrañar su ser; el Ser ha sido pensado por la filosofía, entonces, a partir de dicho vacío concepto de esencia

El giro postulado por Heidegger implica deconstruir este concepto de esencia para reconducir el pensamiento a la pregunta por el Ser. Esta es una primera forma de giro desde la esencia de la verdad hacia la verdad de la esencia.

Aquí es donde entran los 3 párrafos de la nota, en la que profundiza esta deconstrucción de la historia de la metafísica. Esta todo mal planeado, dice; esencia se entiende por quiditas, por qué es y verdad como un mero rasgo del conocimiento; esto es lo que hay que dinamitar, ya que con esos recursos distorsionados pretende la filosofía preguntarse por el Ser.

El modo de destruir esta metafísica es girar sobre el eje de la pregunta, respondiéndola del siguiente modo: la esencia de la verdad es la verdad de la esencia. Lo que parece un juego de palabras que no dice anda, por el contrario, dice mucho, demasiado.

El énfasis se desplaza y en este desplazamiento está la kehre; lo crucial, el sujeto de la frase es la verdad de la esencia; en esta respuesta está el giro dentro de la historia del ser que pretende nada menos que superar la metafísica que con sus distorsionados planteos ha hecho que se erre perpetuamente en la pregunta por el ser.

El camino hacia atrás (siempre hacia atrás) que paso por lo ex istente del hombre, su libertad fundada en un dejar ser al ente que viene a presencia desde lo insondable del misterio, desde la referencia al ente en su totalidad, culmina en el cambio de énfasis, en el giro desde la esencia de la verdad hasta la verdad de la esencia. La indagación que comenzó a partir del errabundo concebir la verdad como conformidad de enunciado con la cosa, de la pregunta por la esencia de la verdad planteada por la metafísica que yerra, desemboco mediante la iluminación de sus fundamentos, en un total giro en la propia pregunta.

Para pensar el ser, para reconfigurar el vinculo del hombre con el Ser, el camino no es el planteado por la metafísica, no es el que se vale de una esencia pensada como generalidad universal, de una verdad pensada como atributo del entendimiento; el camino es el de la verdad fundada en ese ocultamiento-desocultamiento originario que en su referencia a la totalidad de lo ente pone al hombre en el correcto preguntar por el Ser

Esas son las luces y sombras que la nota muestra al texto precedente: si bien parece que la investigación permanece dentro del campo de la metafísica (porque la pregunta desde la que parte es metafísica, “la esencia de la verdad”), al pasar de fundamento en fundamento desde la verdad como conformidad a la libertad del ex istente y de esta a la verdad como encubrimiedo y errar, plantea una transformación en el preguntar que FORMA PARTE DE LA SUPERACION DE LA METAFISICA.

La investigación parte de la metafísica para superarla. Superarla significa dejar de lado todo planteamiento antropológico. Superación que implica una transformación de a relación con el ser a partir de la progresión del preguntar.

El ocultamiento originario, la sustracción encubridora, la a-letheia, el misterio a partir del cual el hombre es libre y ex istente, la remisión a tales fundamentos muestra la distorsión de la metafísica, a la vez que un replanteo de la trascendencia dentro de la obra de Heidegger

Por ultimo, en el giro una continuidad: esa superación (no dialéctica), esa destrucción de la metafísica es un proyecto postulado, aunque a partir de otras fundamentaciones, en la versión “uno” de Heidegger, en el propio Ser y Tiempo.



Nota del hermeneuta: difícilmente pueda interpretarse y describirse el pensamiento de Heidegger (como ocurre con otros pensadores), si la intención es no degradarlo y vulgarizarlo, sin recurrir a la paráfrasis; para no simplificar la dimensión múltiple de sus conceptos, de su terminología, el carácter fecundamente asociativo de sus palabras, para no disecar frutos tan ricos, uno debe mantenerse en la red de esos “conceptos” (poéticos por cierto), retransitar las mismas palabras, reconfigurar las frases, mantenerse en su campo semántica autónomo. El texto debe explicarse desde si mismo, es decir, desde su propio tejido de voces, desde sus propios ecos; el escaso merito creativo de quien interpreta podría estar en una administración de los énfasis, en poner en un primer plano lo que no es evidente de por si en el texto, en resaltar lo significativo de esa red en la historia del pensamiento, sus consecuencia en la historia del pensar y del obrar humanos; muchos de esos énfasis, quiebres, hitos pueden y suelen estar en ecos mas o menos remotos de las palabras utilizadas.



ADDENDA

Sobre el pivoteo de la verdad

La frase clave “la esencia de la verdad es la verdad de la esencia” parece quedar indeterminada, al menos no desarrollada expresamente en el texto. Este es un caso en que podemos intentar desentrañar la “doctrina” del giro no dicha en su decir, valiéndonos sin duda de la ventaja de saber qué vino luego en el pensar del autor.

La copula “es” marca el punto desde el que pivotean los dos sintagmas de la frase, a través del cual el peso (digamos ontologico, pero también gramatico y semántico) pasa desde el primero al segundo.

En el primer sintagma esta contenida la metafísica tal como la entiende Heidegger, la historia del pensamiento occidental desde Platón hasta Nietzsche. ¿En que sentido? En él, la verdad es concebida en la acepción de la que parte el análisis del texto, en cuanto adequatio, y por lo tanto como atributo del entendimiento. Esta verdad tiene una esencia por la que se debe preguntar, entendiendo esencia como “la vacía generalidad de una universalidad abstracta” que es su origen. En ultima instancia apunta a una indagación por el fundamento del conocimiento de lo ente, a la vinculación entre entendimiento y ente.

Es decir que, en términos esquemáticos, el lugar de la verdad y el énfasis que le corresponde están puestos del lado del Dasein, del intelecto que debe adecuar su mirada a la cosa para decir verdad. Por eso es a la vez Humanismo, Subjetivismo, Metafísica y Racionalismo.

El segundo sintagma postula nada menos que la superación de la metafísica así concebida. Ahora Esencia cobra un relieve totalmente distinto; ya no se trata de la vaga generalidad que intenta fundamentar un algo (por ejemplo el conocimiento), sino de la palabra con la que se piensa el Ser. Gramaticalmente hablando, la Esencia en cuanto Ser es el sujeto y la Verdad su predicado, no a la inversa (como se desprendía del primer sintagma). Cuando se proponía preguntarse por el Ser, la metafísica siempre se remitía al ente, por ejemplo tratando de fundamentar el conocimiento del ente. Fue así como la metafísica, buscando al Ser se perdió en lo ente. El giro radica en que ahora la pregunta atañe directamente al Ser, sin escalas previas en lo ente. El preguntar debe dar un “salto” hacia el Ser.

Para resaltar esta asimilación ontologica entre Esencia y Ser, Heidegger aprovecha una vez mas las posibilidades que le ofrece el idioma alemán (la palabra wesen tiene la morfología de un verbo en infinitivo), y hace girar la esencia hacia una forma verbal. De este modo la duplicidad habita en ambos conceptos, ambos son a la vez sustantivo y verbo.

Vemos así como el camino hacia al Ser deja de estar dado por la fenomenología existencial, como quedaba claro en Ser y Tiempo, para proponer otro abordaje, desde el Ser mismo. Mas tarde será cuando Heidegger dé a entender que la forma en la que el Hombre es tocado por el Ser es básicamente el lenguaje, su casa. El hombre, ya no mas el centro, el ente privilegiado que tiene acceso al ser por su preguntarse sobre su existencia, estará inmerso en la alteridad de las redes del lenguaje a través del cual el Ser se manifiesta a la vez que se oculta; a través del cual el Ser yace en el no decir del decir.

Este cambio en la forma de vincularse con el Ser significa necesariamente un cambio del tipo de trascendencia que le es propia al Dasein. Este punto merece, sin duda, un tratamiento mucho más extenso, pero a modo de síntesis esquemática podemos decir lo siguiente.

Antes del quiebre, la trascendencia implicaba el acceso al ente desde una precomprensión del Ser; por lo tanto se trataba de una trascendencia a la vez hermenéutica y fáctica. En el camino hacia el Ser, el ente era la escala necesaria. Esto es evidente desde los primeros párrafos de Ser y Tiempo, donde se postula como proyecto la indagación del sentido del Ser a través del ente privilegiado, aquel que se pregunta por él. Notemos que este formato no es diferente del de “animal racional”, es decir un ente entre los entes que tiene un rasgo diferencial que lo hace trascender, en ambos casos una especie (si bien conceptualmente distinta) de “comprensión”. El Heidegger posterior criticará este formato de ser privilegiado como lo distintivo de la metafísica (y del Humanismo), con lo que se puede ver claramente la critica a su propia obra del periodo anterior. El ser de este ente especial es el cuidado, que implica un cierto modo de relacionarse con lo ente circundante a la vez que consigo mismo en su carácter mas propio, el que, a su vez, se extiende en un modo de temporalidad que le es inherente. Así y no de otra forma se vincula con el Ser.

A partir del giro, el componente activo y de algún modo antropocéntrico es borrado (no otra cosa hace necesaria una verdadera superación de la Metafísica, que, como dijimos, es a la vez la superación del Subjetivismo y el Humanismo). La escala previa por el cuidado, la interpretación del “Mundo”, los entes y el ente que él mismo es, ya no son necesarios. Ahora el Ser es concebido como radical alteridad, un Otro que el Dasein a través de su resolución tiene que estar dispuesto a oír, una resolución que es hacia la disposición, el estar disponible para el decir del Ser, un dejarse guiar (fuhren, palabra significativa en el contexto histórico de estos textos) por este decir, estar. El pensar el Ser deja de ser una actividad subjetiva y pasa a ser precisamente este oír. La resolución hacia el pensar es un salto hacia la verdad del Ser, hacia su Esencia, sin escala en lo ente. El vinculo con el Ser deja de estar dado por la hermenéutica de lo ente circundante y del propio Dasein; pasa a ser el articular del pensamiento del Ser como lenguaje, en cuyas ambigüedad y autonomía el Dasein está inmerso.



(Addenda de la addenda

Por lo que se acaba de decir, Heidegger es un pre-moderno que de algún modo inicia la post modernidad. “Pre” en cuanto a que está claro que tanto en su pensamiento como en su accionar político, predica una superación (de la metafísica, de la modernidad) a través de una vuelta, de un retorno a aquello que estaba “antes” (en el plano filosófico, a los griegos arcaicos pre platónicos; en el plano político, a las formas de vida existentes antes de la penetración de las relaciones modernas capitalistas – aldea, comunidad, tierra, etc.).

En Heidegger I, esta crítica a la modernidad (y las apelaciones al Destino y la Tradición) convive con uno de sus rasgos fundamentales: el hombre es un sujeto emancipado, el agente activo de quien depende el mundo y el acceso a la verdad. En este sentido hasta podría decirse que  Ser y Tiempo es, mas acá que la obra de Nietzsche, la culminación de la metafísica (tal como Heidegger la entiende)

Ocurre que luego de la vuelta (otra vez la vuelta), el Heidegger II, al correr del centro al Dasein humano, DES EMANCIPA al hombre moderno, postula la alteridad (y supremacía ontologica) del Ser a su respecto. Tras haberse liberado de la subsunción al Dios, vuelve a estar supeditado a una instancia distinta y más originaria que él, con la cual se vincula, de modo ambiguo y paradójico, a través del lenguaje.

Al no ser ya el hombre el agente activo, al estar des centrado, su consigna no sería ya la Kantiana “atrévete a saber” sino mas bien “atrévete a escuchar (al Ser)”. En ambos casos hay una decisión, una resolución, pero mientras en el primero se trata de abrirse a una actividad, el segundo significa abrirse a ser alcanzado “pasivamente” por el Ser.

Fin de la addenda de la addenda)

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